Es mi secreto mejor guardado, pero como me chinga.

Es mi secreto mejor guardado, pero como me chinga.

Hay una exploración que hago con todos mis pacientes, mientras llevo a cabo el abordaje psicoterapéutico. 
Busco secretos. Te preguntarás porqué.

Los secretos en nuestra vida nos joden y limitan un friego. Lo sé muy bien y lo sé no solo desde mi postura como psicóloga que a diario me encuentro con esto, sino como mujer que por mucho tiempo guardé unos cuantos.

Existen los secretos que la misma persona decide guardar y por otro lado, existen los secretos que alguien más pide que se guarden. Algunas veces esto es deliberadamente y otra veces ni siquiera nos damos cuenta como se fue deformando esa información a proteger en nuestro interior. 

Esto va pasando mientras lo guardamos, chécate: 

Quien lleva consigo un secreto se somete a un duro trabajo interior, no solo cuando está en compañía de los demás sino también cuando está solo. Implica mucho trabajo interno lograr que no se note. 

Cuando guardamos un secreto, nuestro cerebro se pone como objetivo ocultar esa información. Y cuando existe un objetivo que cumplir, lo que hace nuestra mente es activarlo cada cierto tiempo de manera automática, para asegurase de que no lo olvidamos, y para aprovechar las oportunidades que se presentan en nuestro camino que nos pueden facilitar el conseguir esa meta. Todo este proceso hace que la mente gravite alrededor de la información ocultada, en un continuo rumiar sobre ello. Porque así funciona nuestro cerebro, tiene por costumbre vagar por las preocupaciones, los problemas no resueltos y los objetivos que nos hemos planteado, y esto supone un desgaste de energía que puede llegar a ser agotador. 


¿Cómo afecta guardar un secreto? 

  1. Cambia la percepción de la realidad: psicólogos de la Tufts University descubrieron que cuando las personas están preocupadas por guardar un secreto, perciben su entorno como más complicado de lo que en realidad es. En el experimento, los participantes cargados de secretos veían las colinas más empinadas, las distancias más largas y creían que las tareas requerían más esfuerzo, que los del grupo control. Este hecho se traduce en que, guardar un secreto, hace que las tareas diarias parezcan más agotadoras. 
  2. Produce ansiedad y estrés: guardar un secreto se convierte en una preocupación que nos atrapa, no únicamente delante de las personas, sino también cuando estamos solos. Retener oculta información no impide que las emociones relacionadas con el secreto surjan, y no atenderlas por falta de poder verbalizarlas provoca que el cuerpo empiece a dar avisos, con ansiedad o estrés, de la necesidad de gestionarlo de un modo diferente. 
  3. Puede acabar en depresión o en otras alteraciones emocionales: la mezcla de emociones que se acumulan inconscientemente alrededor del secreto, puede generar depresión a largo plazo. Como consecuencia de la ansiedad mal gestionada, puede venir la depresión.  
  4. Impide superar los traumas: estudios que analizaron casos de mujeres que, tras sufrir una agresión sexual, por vergüenza, culpa u otros sentimientos, eligieron callarlo, concluyeron que sufrían más que aquellas que lo habían compartido con sus seres queridos o habían realizado una terapia. También se estudió a supervivientes del Holocausto de 1989, a quienes se les pidió que relatasen sus experiencias más profundas jamás contadas, y la sorpresa fue, que tras un año, manifestaron sentirse más plenos y mejor físicamente. Y es que, no comentar a nadie el hecho sucedido, podría llegar a ser más dañino que el hecho en sí mismo. De ahí el énfasis de muchas terapias por lograr que las víctimas de episodios traumáticos logren hablar o escribir acerca de lo que han sufrido. 
  5. Nos hace sentir poco auténticos: ocultar información, en muchas ocasiones, implica mentir a personas que nos importan y deteriora nuestra autoimagen. Esto repercute directamente sobre la autoestima, minándola cada vez más mientras el secreto se mantenga. 

El punto es que esa información que debe ser protegida, nos hace actuar de maneras extrañas, procurando que no se note. Muchas veces nos hace sentir vergüenza, otras culpa, a veces miedo. Nos lleva a sentirnos en desventaja y a "autosobreprotegernos" Quienes ya me conocen saben que con frecuencia digo que la sobreprotección es limitante. 

Como ya lo hemos revisado es muy desgastante ocultar esta información, y es por esta razón que muchas veces decidimos aislarnos; no vaya a ser que no se oculte de manera adecuada y se note. 

Temas que se mantienen en secreto:

  • Violencia
  • Abuso sexual
  • Infidelidad
  • Actos de delincuencia y / o delitos (personales o de algún ser querido)
  • Adicciones
  • Enfermedades mentales
  • Comportamientos sexuales
  • Problemas con las autoridades
  • Problemas de salud
  • Hijos fuera del matrimonio 
  • Experimentar abandono
  • Entre otros. 

 John Churton Collins decía: “Cuanto consuelo encontraríamos si contáramos nuestros secretos”. 


Cuando hablamos acerca de un secreto, logramos pensar de manera constructiva, a procesarlo, darle un sentido y a hacerlo realidad. Y únicamente desde la verbalización de lo ocultado, desde el hacerlo real y que no únicamente exista en el plano mental, es desde donde podremos empezar a hacerle frente y que reduzca nuestra preocupación. 


Así que, atrévete a revelar ese secreto que está siendo una carga mental y física para ti, verás que bien te sientes y que nada era tan terrible como pensabas. Enfrenta ese miedo a divulgarlo y haz de ti una persona sin conflictos y secretos. Una vez que te entregues a la verdad verás que el estrés y el dolor irán disminuyendo. 

Después de revelarlo habrás de hacer nuevos acuerdos contigo, acuerdos que te permitan disfrutarte y disfrutar la vida. 

Si tu secreto está a salvo contigo, trabaja en terapia y ponte a salvo a ti de ese secreto. 

¡Haz de ti una persona con menos conflictos, REVÉLALO!  

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